Llego el momento en que el cansancio asomaba, el ritmo ya no era acelerado, las rodillas comenzaban a sufrir, el cuello a doler, bebía mas liquido que de costumbre, comenzaba a desesperarme. Veía el horizonte y no había fin, era interminable, eterno, uno comienza a desesperarse, pero es ahí cuando debes de buscar esa fuerza mental para seguir. Recuerda si la mente lo piensa, el cuerpo lo puede hacer.
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